Percebeiros en acción (Alberto Garazo)
UN DÍA ESPECIAL EN LA VIDA DE UN PERCEBEIRO
Son las 04,40 horas de un día de diciembre previo a la semana de navidad y el llanto de un bebé irrumpe con fuerza en la Sala de Partos del Hospital Materno Infantil de A Coruña. Un fornido hombre abraza con extremo cuidado a Breogán, su primer hijo, mientras besa a su compañera Uxía y por su cara se desliza una lágrima de emoción indescriptible. Este hombre es Xurxo un aguerrido percebeiro de Costa da Morte que se encuentra ante la más ilusionante etapa de su vida.
Dos horas más tarde de tan emotivo momento, Xurxo tiene que despedirse de Uxía y Breogán, tiene que salir a mariscar, el oro negro de la costa gallega le espera. Estos días previos a navidad son muy importantes para todo el colectivo de mariscadores ya que suelen alcanzar buena parte de los ingresos de todo el año, por la alta cotización del marisco gallego y principalmente el percebe en estas fechas de alto consumo. Muy a su pesar Xurxo tiene que dejarlos por unas horas. Nunca tan duro resultó salir un día a mariscar.
Son las 8 de la mañana y todos los percebeiros que conforman la agrupación se reúnen a pie de muelle para determinar si salen o no a capturar percebes, la situación ha mejorado con respecto a días anteriores, aunque dista mucho de ser un día óptimo para poder desarrollar la jornada con la relativa normalidad de la que puede presumirsele a un percebeiro.
Por el brillo de los ojos y la cara de alegría de Xurxo algunos compañeros ya intuyen que ha nacido un futuro percebeiro, la mayor parte de ellos aprovechan para felicitarlo, otros para gastarle alguna broma por lo que le espera y otros, los menos, bajan su cabeza y cambian de conversación, parece ser que el Depor ha empatado con el colista de la liga y no les parece un buen resultado.
Después de un corto intercambio de impresiones todos deciden que hay que aprovechar el día, a pesar de que la situación meteorológica no es la mejor. Llevan un par de semanas sin salir a faenar, el oleaje ha bajado ligeramente, las previsiones futuras no son muy halagüeñas y no hay muchas dudas, o arriesgan y salen a faenar o los caprichos navideños tendrán que esperar a una mejor ocasión.
Un alto porcentaje de los ingresos de los percebeiros los obtienen en estas fechas tan señaladas y de alto consumo, donde las cotizaciones en lonja del marisco, y en concreto de especies como el percebe,son las más altas del año, con mucha diferencia con respecto a cualquier otra época del año.
La jornada se presenta dura, el estado del mar aún no es el deseable, hay que ponerle buena cara al mal tiempo y afrontar el día con los mejores ánimos. Cada uno tiene sus motivaciones y a Xurxo hace unas horas se le añadió una más, hay que trabajar más duro, si cabe, para sacar adelante a su nueva familia, con un miembro más.
Una vez tomada la determinación de salir a faenar toca prepararse en la caseta del puerto, poner el traje de neopreno, preparar la rasqueta o rasca y tomarse un poco de café caliente. Para desplazarse a los bancos marisqueros de percebe lo hacen mediante una lancha con motor fueraborda en grupos de tres o cuatro percebeiros, de los cuales uno es el que se queda en la lancha y el que hace las peligrosas maniobras de aproximación a las rocas para que puedan saltar sus compañeros, así como estar pendiente durante todo el tiempo que estén faenando por si hay que acudir en auxilio de algún compañero que se encuentre en dificultades.
Una vez en la zona de marisqueo se distribuyen y empieza la faena, buscando aquellas zonas donde mejor calidad tenga el percebe, que normalmente suele ser en las zonas más expuestas. La concentración de los percebeiros durante las tres horas que están mariscando tiene que ser máxima, ya que deben estar pendientes de coger los mejores ejemplares y al mismo tiempo con la mirada puesta en el oleaje, que de forma periódica impacta sobre las zonas donde se están realizando las labores extractivas del percebe.
Las carreras escapando de las olas son permanentes durante el tiempo de faena y en las zonas de acantilados incluso se suelen atar a unos cabos (cuerdas) a la cintura y son sujetos por algún compañero que es quien, con un tirón, advierte al percebeiro del peligro de un golpe de mar y se procede de forma inmediata a su retirada. Sobra decir que en el ejercicio de la profesión de percebeiro la forma física es importante.
Percebeiro en Ons (Alberto Garazo)
A lo largo de la jornada los sustos con los golpes de mar se suceden, y no se debe bajar la guardia en ningún momento, un exceso de confianza puede tener unas consecuencias fatales. Aunque cada percebeiro está a lo suyo, con su faena, siempre se está atento a lo que pueda estar pasando con los compañeros que tienes al lado por si es preciso echar una mano salvadora.
Transcurridas las tres horas, y con el tope de captura diario cubierto, de 5 kilos, Xurxo vuelve a saltar a la lancha junto a sus otros dos compañeros en la última maniobra arriesgada de la jornada.
Ya en el puerto, hay que cambiarse y proceder a limpiar el percebe y hacer una buena clasificación para la posterior subasta en la lonja. La venta dependerá del número de compradores que asistan a la subasta y de la cantidad de percebe que pueda haber en otras lonjas. Todo indica que pueden alcanzarse buenas cotizaciones, dada la ausencia de percebe en el mercado y la proximidad de las fiestas navideñas.
Después de la limpieza y clasificación del percebe solo toca esperar a que se realice la subasta. La espera a Xurxo nunca le resultó tan larga, y nunca tanto deseó llegar a un hospital. Hubo suerte, el precio de su percebe alcanzó en subasta un precio muy bueno acorde con su calidad 115 €/kg.
Ya de vuelta al hospital, donde le esperaba su familia, la relajación vuelve a la cara de Xurxo. Uxía lo recibe con Breogán en brazos, la sala 312 del hospital Materno Infantil está repleta de felicidad. Al día siguiente para Xurxo será otro día de faena, si el tiempo lo permite, pero al final de la jornada tendrá su recompensa, madre e hijo recibirán el alta y toda la familia podrán disfrutar en su casa respirando los aires del mar tan bravo y al mismo tiempo tan generoso de Costa da Morte.