Ya hemos hablado en este blog sobre el gran problema que suponen los microplásticos en el mar y queremos volver a insistir sobre ello por la agresión al medio ambiente que suponen y por el impacto tan nefasto que suponen para nuestra salud.
Los plásticos, hoy casi omnipresentes
Con nuestros hábitos consumistas, adquirimos y consumimos plásticos de forma contínua. Un gran número de los objetos que adquirimos vienen envasados emplean plásticos en su embalaje, los jueguetes de nuestros hijos están confeccionados con plásticos, las botellas de agua, mobiliario, bolígrafos, libretas, electrodomésticos, hardware, interiores de vehículos, material deportivo, herramientas de trabajo, accesorios para la casa, las bolsas que nos dan en los comercios...
Y ¿dónde acaban los plásticos?
Muchos de estos plásticos acaban en vertederos, también los podemos ver en ciudades, campos, montañas y por supuesto muchos de ellos acaban en el mar.
Estos plásticos que llegan al mar, por la acción del efecto del oleaje, corrientes, luz solar..., se van rompiendo y formándo trozos cada vez más pequeños, formándo así los microplásticos. También llegan microplásticos al mar procedentes de artículos tales como algunos jabones exfoliantes y cremas dentales, así como fibras de plásticos que se desprenden en los lavados de ropa, y que acaban en las redes de saneamiento, llegando a las plantas de tratamiento, que generalmente no están preparadas para su eliminación.
Los microplásticos y la cadena trófica
Los microplásticos en muchos casos acaban siendo ingeridos por los peces y crustáceos marinos, que los confunden con su alimento habitual. De esta forma los microplásticos entran en las cadenas tróficas de muy diversas especies, y por supuesto la nuestra al ingerir esos pescados y mariscos que a su vez ya los han ingerido.
Microplásticos, ¿qué podemos hacer?
Algunos países ya han prohibido el empleo de microplásticos en productos de cosmética, y algunos otros están valorando su prohibición. Desde Fresco y del Mar creemos que es muy urgente la citada prohibición en todos los países, y hacer extensiva esa prohibición no solo en productos cosméticos, sino también en tejidos, y en cualquier producto que se fabrique con ellos.
Pero no solamente nos debemos quedar ahí, sino que también se deberían prohibir el empleo de bolsas de plásticos, reducir de forma drástica los envoltorios de cualquier producto que compremos, y por supuesto sustituir los plásticos en la mayor parte de los productos que los emplean para su cofección.