Leyendo el libro de
Mervyn King “El fin de la alquimia”, me he encontrado un capítulo en el que se habla de “
la parábola de los mercados financieros en una isla desierta”, que es un cuento sobre pesca y es una crítica a ciertas prácticas financieras, y me pareció interesante contar en nuestro blog.
En una tranquila isla
La historia transcurre en una isla, en la que inicialmente la
pesca con caña era la única actividad económica de la isla. Posteriormente los pescadores comenzaron a emplear
redes, que eran confeccionadas en talleres de la isla. Para los pescadores, sus redes eran una inversión y comenzó a funcionar en la isla un sistema bancario que aceptaba depósitos, y los bancos comenzaron a prestar a los fabricantes de redes. Los
fabricantes de redes vendían las redes a los pescadores, y así los fabricantes de redes podían devolver sus préstamos.
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Embarcaciones de pesca artesanal[/caption]
Surgen los problemas
Así las cosas transcurrían bien en la isla, hasta que un banco tuvo la idea de en lugar de quedarse con los préstamos y pagar interés a los depositantes, el banco decidió hacer
paquetes con un cierto número de préstamos que había concedido a un cierto número de fabricantes de redes, y estos paquetes los vendió como nuevos instrumentos financieros, denominados titulos respaldados por redes (TRR). El banco vendió los TRR a ahorradores, y con esos recursos el banco
pudo financiar nuevos préstamos, y no necesitó preocuparse sobre si los pescadores generaban suficientes recursos para poder pagar sus redes. Posteriormente aparecieron una serie de
intermediarios financieros que dieron otro paso más en la ingeniería financiera, y trocearon los TRR, creando nuevos títulos sintéticos que permitieron a los inversores elegir en qué fabricante de redes invertir. Estos nuevos productos financieros eran obligaciones de deuda garantizada (CDO), Más tarde aparecieron las
agencias de calificación, que demostraban que los títulos no eran tan arriesgados como se podía temer.
En medio de esta creciente actividad financiera, a los implicados en esta carrera se les ocurrió que era posible hacer
apuestas sobre las capturas de pescado futuras, y además no exponer mucho capital en ello. A la vez que la negociación de estos nuevos instrumentos proseguía, y la opinión de la gente sobre la cuantía de las capturas bajaba y subía el valor de los nuevos títulos. También se adoptó el criterio de valorar los activos según el último precio observado y se incluyeron todos los cambios en el valor de los activos como beneficios, así se generaron grandes beneficios en la
negociación de estos nuevos títulos. De esta manera los beneficios
futuros anticipados se capitalizaban y se convirtieron en beneficios actuales. De estos beneficios los intermediarios financieros de pagaron grandes bonificaciones, y se adquirieron
derechos sobre las capturas de pescado.
Así el sector financiero creció mucho en la isla, y los trabajadores del mismo tenían los mejores sueldos, y eran la admiración y envídia de toda la isla.
Se hundió el sistema
Pero un buen día
todo se hundió, y pudo haber sido por varias causas, quizá no por la falta de mano de obra en el sector pesquero, como apunta King, sino, y
esto ya es aportación nuestra, debido a la presión de que
se pescase más, y esto se hizo
sin respetar tallas, con cada vez
artes de pesca menos selectivas, debido a la presión que ejercía el sector financiero para que se generasen más y más rentas de la pesca. El resultado de todo ello fue la
ausencia de pesca, y que cada vez los pescadores tuviesen que emplear
más horas y más medios para capturar cada vez una
menor cantidad de peces.
Con todo ello
el sector financiero se arruinó, pero al final el gobierno de la isla
rescató con fondos publicos a todo el sector financiero, de tal manera que no corriese el pánico entre los habitantes de la isla. La mayoría de los pescadores tuvieron que reciclarse y trabajar en otros sectores, lo que les resultó difícil, ya que no tenían cualificación para ello, muchos otros no encontraron trabajo, con toda la problemática que ello supone.
Desde
Fresco y del Mar no queremos que este cuento se produzca en ningún lugar, por ello apostamos por la
pesca sostenible, y porque las autoridades monetarias y financieras controlen y prohíban ciertas prácticas financieras.
Joaquín Alvarez Portela